A lo largo de las 39 ediciones del Rally de Argentina (por estas horas deberíamos estar analizando lo que hubiese dejado la número 40, pospuesta por la pandemia del Coronavirus), en el libro del historial de esta prueba hay cientos de anécdotas. Y una de ellas tiene como protagonista a Ari Pieti Uolevi Vatanen, quien precisamente en este 27 de abril celebra su cumpleaños número 68.
Pero podría decirse que el piloto finlandés volvió a nacer aquel jueves 21 de julio 1985 (en lo que era la octava cita del Mundial), cuando casi se mata al mando del Peugeot 205 Turbo 16 del equipo Peugeot Talbot Sport que en esa prueba también contó con Timo Salonen (ganador y campeón en esa temporada) y el argentino Carlos Alberto Reutemann, todos bajo la dirección deportiva de Jean Todt, actual presidente de la FIA.
Tras comenzar arriba en el clasificador, en la segunda especial “Las Bajadas - Villa del Dique” Vatanen perdió el control de su auto tras un vado, aterrizó con fuerza en el lado del conductor y dio varias vueltas, quedando totalmente destruido. Ari resultó gravemente herido y su copiloto Terry Harryman salió con contusiones. Fueron trasladados al Hospital de Urgencias de Córdoba, con fracturas y hematomas múltiples, incluidas rodillas, tobillo, un impacto en la vértebra cervical y ocho costillas rotas. El Campeón del Mundo de 1981 fue operado durante ocho horas y recibió tres transfusiones de sangre.
Hace algunos años, el sitio autoblog.com.ar publicó declaraciones del doctor Carlos Lucero, quien en esos años era el Jefe de Cirugía del Hospital y recordó: “Como médico, he visto muchos casos complicados, pero lo que más me impresionó de Ari fue que cuando lo desvestimos tenía marcados como hematomas los cuatro cintos de seguridad. Era increíble verlo. Sus ojos estaban rojos, como de una película de terror, producto de los derrames. Tenía muy pocos huesos sin quebrarse: una rodilla muy complicada, producto de haber pegado contra el tablero y la jaula del auto. También varias vértebras rotas. Realmente, los sistemas de seguridad funcionaron bien y la estructura del coche soportó semejante impacto”.
El sábado 23, la embajada de Francia en la Argentina puso a disposición un avión sanitario de última tecnología para trasladar a Europa al binomio accidentado. La recuperación de Vatanen no fue sencilla, estuvo un año y medio sin correr (con una fuerte depresión incluida ante la obsesión de haber recibido transfusiones de sangre con sida), aunque en su regreso al volante demostró que no había olvidado de manejar al lograr ganar el Dakar 1987 y con un Peugeot 205.
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